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FauSToMaTiC

Positivista el que lo lea.
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En un ataque exacerbado de egolatría que me ha dado en la ducha, he pensado en que podría echar la vista atrás y hacer un breve seguimiento de mi propio estilo dibujístico. Es una soberana estupidez que además no puedo justificar porque carezco de los materiales oportunos para afianzar mis comentarios, pero bueno, echaremos una canita al aire y quien se digne a leer el tocho que se avecina hará un esfuerzo de confianza por creerse todas las tonterías que iré soltando.

Llevo dibujando toda la vida. Bueno, esto es un aspecto matizable, porque he tenido largos periodos de sequía productiva a nivel gráfico (especialmente en los últimos años debido al mal que me ha hecho la carrera en este aspecto) a pesar de ser una actividad que he tratado de mantener como constante. Es un ciclo vital como cualquier otro, pero a estas alturas de la vida no sé si merecería la pena sopesar lo que viene siendo "mi obra". Las tardes aburridas que pasábamos mi hermano (AsgardianMetal por estos lares) y yo en el estudio de arquitectura de nuestro padre (en la calle Ángel ganivet de Granada) apenas nos permitía más que coger folios y dibujar con los lápices, rotuladores y bolígrafos de todo tipo y formato que allí había. Así empezamos a hacer nuestros pinitios. Dibujábamos nuestros juguetes favoritos o cosas que veíamos por la televisión, con el infame resultado de dibujar de manera autodidacta a tan tierna edad. Así, llegamos al gran primer impacto de nuestras vidas: las consolas de Nintendo. Viendo en lo que ha devenido ahora el diseño gráfico en los videojuegos, no es de extrañar que gente de nuestra generación haya tenido esta influencia también en su estilo artístico. Así que, en un primer momento, toda la ambientación del mundo de la franquicia Super Mario Bros nos sirvió para ir haciendo nuestros primeros comics algo más serios que unos cuantos personajes basados en nuestras mayores aficiones (dinosaurios, vaqueros, mitologías de amplio espectro...). Entre ese estilo y las insaciables lecturas del tebeo patrio tradicional, haciendo un innegable repaso de la pbra gráfica de Francisco Ibáñez, Ramis y Cera, entre otros, pero sobre todo del gran Jan. Así es, el inigualable autor de Súper López, que tantos buenos ratos nos había dado con las curiosas aventuras y sobre todo (tras unas relecturas posteriores) críticas visiones de la sociedad. De esta sección española tengo que reconocer el mérito de que naciera uno de mis personajes más carismáticos pero sobre todo desconocido, y seguramente inédito en internet: Joe Pow. La premisa de este personaje era sencilla: inspirado en MiB (la película había aparecido recientemente, por 1998 creo que la vi), una agencia de asuntos alienígenas en un futuro más o menos lejano se hace cargo de un patoso camarero que tiene que salvar a la galaxia de conflictos interplanetarios, haciéndole un agente de misiones especiales de alto riesgo junto a otro grupo de personajes que progresivamente fui añadiendo al elenco de este personaje, cuyo máximo desarrollo alcanzó alrededor del año 2000. Era una mezcla castiza entre la obra magna de Ibáñez y todas esas maravillas que apreciaba en los libros de ilustraciones de ciencia ficción de mi padre, incluidos los de H. R. Giger (o, más bien, esencialmente).

Otras influencias sin duda devienen de mi gusto por el francobelga (especialmente la lectura de Astérix pero sobre todo Tintín, junto con algún otro autor francés que se veía entre las páginas de la revista Mortadelo, como Gastón el Gafe, Spirou y Fantasio o algún otro más, ya no recuerdo). También los numerosos libros de ilustradores de temática de ciencia ficción que mi padre tenía en su haber, e incluso de algún que otro ejemplar de El Víbora (mítica revista de cómic underground) que birlábamos fuera de la custodia paterna, con las llamativas tiras de autores tan variados como Moebius, Peter Bagge, Robert Crumb o Max. Así he salido.

También reconozco que una de las influencias fundamentales en estos años fue la aparición en mi vida de "El gran libro de cómo hacer cómic" de Cels Piñol. Este monumento al noveno arte escrito por el autor de Fanhunter es sin duda una verdadera caja de referencias de autores nacionales e internacionales de muy diverso estilo, dando a una introducción maravillosa tanto teórica como práctica a la hora de enfrentarse a esa locura que es hacer un cómic. Pero sin duda lo que ya terminó de calarme en el mundillo fueron los primeros salones internacionales del cómic de Granada a los que fui. El primero fue el IV (este año ya ha sido el XVII y sólo me he perdido uno por motivos "estrictamente profesionales"), cuyo cartel todavía recuerdo (por las camisetas que pillamos) con mucho cariño, cortesía de Liberatore. Ahí empecé a comprar ese fanzine que varios autores locales se molestaban en rellenar y comercializar llamado Proyecto Cómic. Autores como Kenny Ruiz, Javier Recio o Francesc Porcell pasaron por sus filas dejando curiosas historias cortas pero que transmitían lo que posteriormente llegarían a ser. Con el paso de los años, dicho evento (y el fanzine estrella propio) fueron degradándose hasta convertirse en lo que son hoy, habiendo perdido mucho atractivo pero a los que voy religiosamente siempre que la tesitura me lo permita.

Ahora bien, si todo esto es un bagaje fundamental, no es más que una mínima parte. Debo reconocerlo, de donde más he mamado estilísitcamente ha sido sin duda del manga. Tengo muchas preferencias por diversos autores de muy diversa índole, pero mi evidente preferencia por el shônen de corte más clásico (principalmente, el de las grandes revistas como la Shônen JUMP) es más que patente. Es más, reconozco llevar toda la vida siendo una ficionado al manganime. Ya de pequeño veía todo lo que podía en la tele y compraba algún que otro fasciculillo suelto, aun sin implicar ningún tipo de orden o seguimiento de las series en cuestión. Ahora gasto gran parte de mi capital disponible en abrir horizontes comprando cosas muy alternativas o bien el shônen de éxito, que me resulta especialmente atractivo. Así, siempre hubo un fuerte componente de referencia de las series de animación que veíamos por la televisión (gloriosa década de los noventa en La 2, Antena 3, Tele 5 y Canal Sur principalmente, pero también en autonómicas y locales extrañas). Con el tiempo se fue difuinando mucho la oferta, sobre todo a partir del año 2006, que se perdió mucha de la oferta dada en parrilla en estas cadenas, hasta haberse visto relegada a muy segundo plano en algunos canales infantiles de estas franquicias. Pero más que la animación, que fue la puerta que abrió al manga, fue éste el que verdaderamente consiguió que calase en mi estilo. Empecé a comprar manga de forma seria con 15 años. Esos primeros números de Evangelion, La espada del inmortal o Dragon Head aún están presentes en mi imaginario colectivo. Pero sin duda no fue hasta el instituto (vamos, al año siguiente) cuando el leer manga se convirtió en un verdadero abuso de apertura de horizontes y conocimiento de grandes series y autores. Fue entonces cuando empecé a leer Love Hina, Berserk, Vagabond, Rurouni Kenshin, Bastard!!, One Piece... Todas ellas me abrieron un nuevo horizonte de imitación estilística, y fue copiándolas como conseguí abrirme un hueco en un estilo que iba afianzándose de una forma bastante personal. Pero sin duda el salto a la universidad y el acceso a una línea de banda ancha lo que me facilitó conocer mucho mayor espectro que el que me podían ofrecer mis compañeros de clase y amigos desde su mangateca. Y así descubrí a otros autores que cuajaron rápidamente tanto por su estilo como por sus obras, siendo principalmente Hajime no Ippo, de George Morikawa, la que más me embelesó (y he de reconocer que todavía lo hace y lo seguirá haciendo durante muchos años). Ahí me aficioné de mala manera a dibujar anatomías musculadas, haciéndome percibir que tengo muchas carencias de base anatómica, que he ido intentando paliar con los años, pero sigo necesitando tener mejor base en ese aspecto. Posteriormente aparecería ante mí el que ahora es sin duda alguna mi mangaka favorito: Yosikazu Yasuhiko, conocido también como YAS. El autor de una gran variedad de obras históricas y de ciencia ficción, se le conoce principalmente por ser el diseñador de personajes de la serie original de la por hoy gran franquicia Mobile Suit Gundam. Su estilo clasicista y tan sumamente propio, su facilidad de transmitir, de narrar con esas imágenes y esas expresiones le hacen sin duda uno de los maestros del manga en la actualidad. La personalidad de la que dota a los personajes con robustos cuerpos o finas definiciones de cuerpos anatómicamente esculpidos como si fuera un escultor griego de época clásica le dan sin duda un plus a su ya indudable manejo maestro de los pinceles y las tramas. De ahí que quisiera imitar su estilo, que me parece completamente maravilloso. Tiene mucho que enseñar y yo demasiado que aprender, así que he ido tratando de conseguir toda su obra, siempre que estuviera a mi alcance, no sólo para deleitarme con su maestría, sino para ver qué más puedo sonsacarle. Ahora mismo también ando dejándome influenciar por diversos autores que me llamen poderosamente la atención, de ahí la constante evolución y el cambio, pero que sin duda es una huella acumulativa de todos los que he ido viendo y asimilando dentro de mi propio estilo, marcadamente manga (a pesar de que pretendo desmarcarme un poco de esa etiqueta).

Así pues, tampoco he de desmerecer la influencia de apartados artísticos ajenos al mundo del cómic, como los videojuegos y juegos de cartas y rol. Reconozco que también he tenido etapas de jugar a Magic: the Gathering, a diversos juegos de rol de mesa (la cual he descuidado bastante en los últimos años) y a gran variedad de videojuegos, sobre todo de estética de fantasía épica; pero también de mi paseo por el mundo del miniaturismo de Warhammer Fantasy (el cual espero también retomar algún día no muy lejano). Así que todo esto ha contribuido poderosamente en mí para labrarme un estilo de dibujo propio y muy influenciado por muy diversos ámbitos y que espero seguir ampliando con el tiempo y que me valga para algún día sentirme plenamente satisfecho en lo que haga y consiga un estilo verdaderamente propio. Aun así no hay que desmerecer que seguir copiando me vendrá bien para mejorar mi propia técnica, que está necesitada de una base, especialmente en lo referido a la perspectiva y la profundaida, en la que me gustaría incidir.

Y bueno, esto creo que es todo. Seguro que me dejo algo en el aire o vacíos cronológicos que tarde o temprano rellenaré. Ha sido muy improvisado y atropellado, prometo que algún día me haré un esquema cronológico y matizaré más correctamente. Eso si le interesa a alguien, proque, para empezar, debería poner imágenes de dibujos de esa época y contextualizarlas adecuadamente dentro del propio discruso que me acabo de marcar. Aún hay tanto por mejorar en todos estos aspectos... En fin, espero que os haya gustado todo este abrumador repaso por mi trayectoria vital y artística. Ya matizaremos y entraremos en análisis más pormenorizados en otro momento, que no me pagan para hacer esto. ¡Nos leemos!
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Bueno, me he abierto una cuenta de esto cuando debería estar haciendo los deberes del máster, pero es que ando sin ninguna gana de hacerlos ahora y menos de acostarme. Así que creo que voy a tener esto al menos preparado para cuando me vuelva a dar el volunto de ponerme a dibujar cosas. Tengo planes de hacer algo, pero a muy largo plazo. Probablemente cuando me anime a cursar algún curso de diseño o ilustración y aprenda a manejarme mejor con los lápices. Tiempo al tiempo, hay que tener prioridades y toda esa pesca.

En fin, nos leemos por estos lares o por otros.
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